Con el rápido crecimiento de la población global los problemas que rodean nuestra seguridad alimentaria están alcanzando un punto crítico. Sin embargo, la conciencia respecto a la pérdida y el despilfarro de alimentos está impulsando a las empresas públicas y privadas a avanzar hacia soluciones más sostenibles.

Fady M Jameel, presidente adjunto y vicepresidente, Abdul Latif Jameel

Para comprender la verdadera magnitud del problema hay que mirar los números. Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)[1] de 2019, en nuestra población mundial actual de 7600 millones de personas, 820 millones pasan hambre. Sin embargo, el 30 % de los alimentos que se producen en el planeta nunca llegan a consumirse[2].

Pongamos estos números en contexto: en Estados Unidos se desperdician 38 millones de toneladas de comida cada año, lo que equivale a más de 104 veces el peso del emblemático rascacielos Empire State. En Japón se desechan 19 millones de toneladas de alimentos al año, hasta 9 millones de ellos antes de su fecha de caducidad. Por su parte, una familia media en el Reino Unido malgasta casi 78 USD al mes al tirar casi una comida entera al día[3].

Se espera que la población mundial alcance los 9800 millones para 2050 y los 11 200 millones para 2100[4], por lo que la pérdida y el despilfarro de alimentos son uno de los problemas más urgentes a los que se enfrenta nuestro planeta. En términos monetarios, sin acciones positivas se prevé que para 2030 la cantidad ascenderá a 2100 millones de toneladas o 1,5 billones de USD[5].

2030 Forecast of Food Loss and Waste Crisis

Para diferenciar, la pérdida de alimentos se produce desde la etapa previa a la cosecha hasta el transporte y la entrega al comercio minorista. Por otra parte, el despilfarro alimentario es responsabilidad de los clientes: comercios minoristas, proveedores de servicios, como restaurantes, y, en última instancia, los hogares.

La producción de alimentos en su origen y su posterior transporte al mercado presentan un problema importante. Según el informe de la FAO, en el escenario de cosecha se pierden un 70 % de los alimentos y durante el transporte al minorista, otro 14 % más.

El siguiente diagrama de un informe reciente de World Resources Institute (WRI)[6] ilustra cómo se pierden y desperdician los alimentos en toda la cadena de suministro.

World Resources Institute Report

En la actualidad, alrededor del 70 % de los productores de alimentos a nivel mundial son pequeños agricultores con poca capacidad para acceder a tecnologías y métodos para optimizar el rendimiento de sus cultivos[7]. Por lo tanto, una de las claves para reducir la pérdida de alimentos consiste en desarrollar innovaciones que ayuden a los integrantes del primer eslabón de la cadena de suministro a conservar mejor sus productos hasta que lleguen al mercado. El siguiente diagrama ilustra la pérdida de alimentos y los desechos (en kg per cápita) en diferentes regiones, tanto en la fase de origen como en la de consumo[8]. Como se puede ver, la pérdida de alimentos es el principal problema, en gran parte debido a la inadecuación del almacenamiento en su origen y del transporte al comercio minorista. También es interesante tener en cuenta que los residuos alimentarios son mucho más bajos en los países en vías de desarrollo, especialmente en África subsahariana y las zonas de Asia no industrializadas:

Food Waste per Capita

De los bienes que llegan de forma segura, los residuos que se producen son endémicos. En su informe, la FAO afirma que entre el 9 y el 20 % de las frutas y el 14 y el 37 % de los productos animales se desperdician, ya sea por culpa de los comercios minoristas, los proveedores de servicios o los consumidores finales. Los mayores desperdicios se dan en las regiones de renta elevada, como Norteamérica y Europa. Por ejemplo, en 2015 el promedio de residuos alimentarios de los EE. UU. equivalió al 9 % del gasto alimentario per cápita.[9]

Impacto medioambiental

Los efectos de la pérdida de alimentos van mucho más allá de su valor monetario. Las emisiones de carbono producidas por los alimentos que acaban directamente en los vertederos, sin llegar a consumirse, representan un 7 % de la huella de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo. Esto se extiende por toda la cadena de suministro, desde la producción y el transporte hasta el procesamiento, la distribución y el consumo[10].

United Nations Environment Programme Logo

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ofrece una perspectiva diferente. Según sus cálculos, si los residuos alimentarios se considerasen un país, serían el tercer mayor emisor de GEI[11].

Esto es, sin duda, una ironía innegablemente cruel.

A medida que aumentan los síntomas del cambio climático, los efectos de las condiciones meteorológicas adversas, como inundaciones y sequías, repercuten con más intensidad en algunos de los principales productores de alimentos del mundo.

La pérdida de alimentos tiene un impacto alarmante sobre nuestro uso de la tierra: un 30 % de la tierra agrícola, a menudo liberada tras la deforestación, se utiliza para producir alimentos que nunca llegan a consumirse. La agricultura es responsable del 70 % del consumo mundial de agua. Un 6 % de los recursos hídricos se malgastan en la pérdida de alimentos, algo muy preocupante en un momento en el que nos enfrentamos a enormes retos debido a la escasez de agua[12].

Otra preocupación es el impacto en nuestra biodiversidad.

De las 6.000 especies de plantas cultivadas para la alimentación, menos de 200 contribuyen sustancialmente a la producción de alimentos real.

De ellas, solo nueve representan un 66 % de la producción global de cultivos. De las 7745 razas locales de ganado (alrededor de 40 especies), el 26 % se encuentra en peligro de extinción y alrededor del 33 % de los bancos de pescado están sobreexplotados[13].

Pérdida de la biodiversidad frente a prácticas en favor de la biodiversidad
(Fuente: FAO, 2019)

En Gambia, las enormes pérdidas de alimentos salvajes han obligado a las comunidades a recurrir a alternativas, que a menudo se trata de alimentos producidos industrialmente, para complementar sus dietas.

En Egipto, el aumento de las temperaturas provocará que las especies de peces se desplacen hacia el norte, lo que tendrá una repercusión negativa en el sector pesquero.

La escasez laboral de remesas y la creciente disponibilidad de productos alternativos baratos en los mercados han contribuido al abandono de los cultivos locales en Nepal.

En los bosques amazónicos de Perú se prevé que el cambio climático provoque una “sabanización”, con impactos negativos para el suministro de alimentos salvajes.

Los agricultores californianos permiten que sus campos de arroz se inunden en invierno, en lugar de quemarlos después de la temporada de crecimiento. Esto proporciona 111 000 hectáreas de humedales y un espacio abierto para 230 especies de aves, muchas en riesgo de extinción. Como resultado, muchas especies han comenzado a aumentar en número y la cantidad de patos se ha duplicado.

En Francia, unas 300 000 hectáreas de terreno se gestionan utilizando principios agroecológicos.

En Kiribati, la cría integrada de sabalotes, peces de arena, pepinos de mar y algas marinas garantiza alimentos e ingresos regulares, ya que, pese a los cambios en las condiciones meteorológicas, al menos un componente del sistema siempre produce comida.

Food Loss Infographic

Al tomar medidas oportunas para reducir tanto la pérdida como el despilfarro de alimentos, proporcionando el apoyo adecuado al inicio de la cadena de valor y estableciendo las medidas oportunas para evitar los desperdicios en el consumo, no solo podemos mejorar la seguridad alimentaria global, sino que también abordaremos otros problemas, como el cambio climático, la pobreza y los retos de salud y saneamiento global.

El 12º Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, ODS 12, tiene como meta reducir a la mitad el despilfarro de alimentos per cápita a nivel mundial y disminuir la pérdida de alimentos para 2030 (meta del ODS 12.3)[14]. Para darnos cuenta de su repercusión, el cumplimiento del ODS 12 también contribuye a lograr 11 de los otros 16 objetivos de sostenibilidad de la ONU.

Reducing Food Loss and Waste

Defender la causa

Aunque se trata de un desafío muy significativo, tanto en el gobierno como en los sectores públicos se está haciendo mucho para reducir la pérdida y el despilfarro de alimentos.

El Índice de sostenibilidad alimentaria (FSI), desarrollado por The Economist Intelligence Unit (EIU) en colaboración con el Centro Barilla para Alimentación y Nutrición, clasifica a 67 países en función de la sostenibilidad de su sistema alimentario, basándose en tres pilares: pérdida y despilfarro de alimentos, agricultura sostenible y desafíos nutricionales[15].

Esto demuestra que en los mercados clave de todo el mundo se está realizando un progreso positivo. Por ejemplo, desde 2016 la legislación francesa requiere que los supermercados distribuyan los alimentos sobrantes a organizaciones benéficas para que se los suministren a las comunidades necesitadas.

Al mismo tiempo, Italia ha eliminado la legislación para la comida justo después de su fecha límite de venta, una importante causa de residuos alimentarios, especialmente en los productos perecederos. Otros países, como Australia, Estados Unidos, República Checa, Suecia, Eslovenia y Eslovaquia, están introduciendo legislaciones similares para reducir los residuos de los supermercados.

Food Sustainability Index 2017

Este auge también se puede ver en el sector privado. El informe del FSI destaca la investigación de Ceres, un grupo de apoyo a la sostenibilidad sin ánimo de lucro. De las 600 empresas del sector alimentario estudiadas por Ceres, el 86 % ha establecido plazos definidos para reducir sus emisiones de GEI.

Otra iniciativa combinada es Chefs’ Manifesto[16], una comunidad de más de 500 chefs de más de 70 países que se describe como un centro de apoyo para el ODS 2, alineado con el objetivo ODS 2 de la ONU de acabar con el hambre.

Una creciente área de innovación para reducir los residuos alimenticios es el “upcycling” o supraciclaje, que consiste en aprovechar productos demasiado maduros, magullados, con imperfecciones o deformes que normalmente acabarían desperdiciándose. Además del aspecto de los residuos, esto es relevante también desde un punto de vista medioambiental, ya que los alimentos que acaban en vertederos producen metano, un GEI potente y dañino.

Un ejemplo de supraciclaje es la iniciativa británica Rubies in the Rubble[17], que produce condimentos con frutas y verduras “imperfectas” que, de lo contrario, se habrían desechado. La línea de ketchup “Red and Green” de Unilever evita que cada año se desperdicien 2,5 millones de tomates por el hecho de no tener el tono rojo adecuado[18]. De manera similar, a través de su programa Food is Precious, el gigante minorista sueco IKEA pretende reducir sus residuos alimentarios en un 50 % para finales de 2020 animando a sus empleados a plantear ideas innovadoras para lograr este objetivo[19].

La tecnología también juega un papel vital. Empresas como la estadounidense Winnow y la singapurense Good for Food utilizan inteligencia artificial para ayudar a las cocinas a analizar sus residuos alimentarios y, como resultado, prometen a sus clientes altas rentabilidades sobre su inversión. Too Good to Go es una aplicación desarrollada en el Reino Unido que ayuda a comercios minoristas y restaurantes a redistribuir la comida que les sobra. Hasta la fecha ya han evitado que se desperdicien más de 27 millones de comidas en todo el mundo.

El embalaje de los productos ha sido una espada de doble filo para la industria alimentaria. Desempeña un papel significativo y positivo en la conservación de los productos en su trayecto desde el agricultor hasta al minorista, pero también tiene un impacto medioambiental devastador. Aquí también han surgido algunos avances positivos. En 2017, Unilever se comprometió a hacer que el 100 % de sus embalajes plástico sean totalmente reutilizables, reciclables o comprimibles para 2025[20]. Nestlé ha hecho la misma promesa para eliminar los plásticos no reciclables[21] en el mismo plazo.

Abordar el problema desde su origen

En el otro extremo de la cadena alimentaria, la investigación y la innovación pueden desempeñar un papel vital para reducir la pérdida de alimentos global en su origen. Por ejemplo, el Banco Mundial estima que en África subsahariana el 37 % de los alimentos producidos se pierden antes de llegar al consumidor[22].

Se trata de un área en la que me enorgullece decir que Abdul Latif Jameel ya está marcando una diferencia tangible. El Laboratorio de Sistemas de Agua y Alimentos de Abdul Latif Jameel (J-WAFS) en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (ITM) respalda la investigación, la innovación y la tecnología para garantizar un suministro de alimentos y agua seguro y resistente con un mínimo impacto medioambiental. Desde su fundación en 2014, el J-WAFS ha financiado más de 60 proyectos, generando más de 12 millones de dólares en fondos de seguimiento para ampliar su investigación[23].

Gran parte de la investigación que respalda el J-WAFS se basa en la búsqueda de descubrimientos técnicos innovadores para mejorar, e idealmente transformar, la eficiencia y la efectividad de los sistemas de alimentación y de agua en países en desarrollo a un coste que los haga accesibles y viables económicamente.

En Kenia, por ejemplo, el J-WAFS está apoyando un proyecto liderado por los profesores del ITM Daniel Frey y Leon Glicksman para desarrollar cámaras de enfriamiento evaporativo de arcilla para conservar la fruta utilizando la evaporación natural de agua, sin necesidad de electricidad.

En las regiones cálidas y secas, la ausencia de instalaciones de almacenamiento con temperaturas controladas y el acceso a poca o ninguna energía eléctrica significa que los cultivos de frutas y verduras se deterioran rápidamente. Al proporcionar las condiciones de baja temperatura y alta humedad correctas, las cámaras evaporativas de arcilla han tenido éxito en la conservación y comercialización de productos. Si los precios del mercado son bajos en el momento de la producción, el almacenamiento adecuado también proporciona a los agricultores la flexibilidad económica para esperar a que se den las condiciones de precio adecuadas antes de vender sus productos.

Otra innovación se trata de la investigación de Tim Swager, profesor John D. MacArthur de Química del ITM, y su compañeros, para desarrollar una tecnología de detección de la seguridad alimentaria rápida, fácil y asequible. Su investigación se basa en unas gotitas especiales, llamadas emulsiones Janus, que pueden detectar la contaminación bacteriana en alimentos y líquidos.

Esta tecnología podría tener enormes beneficios en los países menos desarrollados. Se pueden aplicar al agua potable y a todo tipo de alimentos. Por ejemplo, las metástasis en las vacas son un gran problema para los productores de leche en todo el mundo. Se pueden extender rápidamente por rebaños enteros.

India Milk

 

JWAFS Logo

Por ejemplo, en la India es habitual que la leche de una serie de rebaños distintos de una misma región se combine en un único punto de almacenamiento central. Si un rebaño tiene metástasis se contamina todo el lote y hay que deshacerse de él al completo. La tecnología de Swager podría identificar las metástasis en un rebaño afectado antes de que se contamine la leche en buen estado, reduciendo así los desperdicios. Esta tecnología ya ha salido del laboratorio como parte del programa J-WAFS Solutions y la empresa emergente Xibus Systems está desarrollando protocolos para pruebas de campo.. El objetivo es proporcionar un sistema sencillo, rápido y robusto que requiera una formación mínima y que no altere la forma actual de trabajar del productor.

J-WAFS también se ha asociado con Rabobank en el Premio anual de innovación alimentaria y agrícola, parte de la Iniciativa de innovación del ITM, que reconoce a los innovadores en ambos extremos de la cadena de suministro. Los proyectos premiados incluyen un equipo conjunto del ITM y la Universidad Tufts que ha desarrollado un recubrimiento basado en proteínas naturales para prolongar la vida útil de las frutas y verduras hasta un 50 %.

Esta tecnología se basa en una investigación de la Universidad Tufts liderada por Benedetto Marelli, el actual profesor adjunto de Desarrollo Profesional Paul M. Cook en el Departamento de Ingeniería Civil y Medioambiental del ITM. La investigación muestra que el recubrimiento puede prolongar en un 50 % la vida útil de las fresas, que generalmente es inferior a 10 días.

“Tenemos una tecnología que puede reducir drásticamente los residuos en cada paso de la cadena de valor, para productores, distribuidores y consumidores”, dijo Jacques-Henry Grislain, miembro del equipo de investigación.

La iniciativa belga Wakati es otro innovador que ayuda a reducir la pérdida de alimentos. Dado que muchas de las regiones agrícolas del mundo están en climas tropicales o áridos, Wakati ha producido una solución autónoma para conservar frutas y verduras impulsada por la energía solar y sin necesidad de refrigeración. Se crea un microclima protector dentro de una carpa especialmente diseñada que puede almacenar 200 kg de frutas y verduras, alimentada por un pequeño panel solar y que solo necesita un litro de agua a la semana[24].

En la agenda medioambiental, la organización estadounidense ReFEd, “Rethink Food Waste Through Economics and Data”, está investigando una técnica llamada digestión anaeróbica centralizada. Esta descompone los materiales biodegradables para que se puedan utilizar como biofertilizantes[25]. El mismo principio se aplica a las iniciativas de energía a partir de residuos.

El control de plagas sigue siendo un problema importante para los pequeños agricultores en climas cálidos. No obstante, el uso de pesticidas también se ha visto sometido a un escrutinio debido a sus efectos nocivos sobre la salud y a que pone en peligro el medio ambiente. En este ámbito se están desarrollando sólidas prácticas de gestión ecológica o “agroecología” para minimizar el uso de pesticidas y aprovechar los recursos naturales para el control de plagas.

Por ejemplo, el intercultivo, la práctica de cultivar dos o más cultivos en estrecha proximidad, ha producido resultados que no solo mejoran la utilización de los terrenos, sino también luchan contra los insectos barrenadores y las plantas parásitas, como la striga, que pueden tener efectos devastadores en los cultivos de maíz del sur y el este de África. Un estudio llevado a cabo entre 2000 y 2003 con una muestra de 1500 agricultores en Kenia y Uganda descubrió que esta técnica aumentó las cosechas de maíz en más de un 50 % en áreas que estaban infestadas tanto por barrenadores como por la striga[26].

El informe de la FAO señala a un programa implementado por el Ministerio de Alimentación y Agricultura de Ghana y financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Se desarrollaron silos de barro para preservar la cosecha de maíz, controlar las plagas y combatir las enfermedades. Las pérdidas de almacenamiento anuales por familia disminuyeron desde la media anterior de 300 kg hasta tan solo 50 kg.

El impacto de estas innovaciones sigue siendo pequeño, pero está creciendo. Debemos seguir invirtiendo recursos y conocimientos técnicos para aumentar su magnitud de forma exponencial. El siguiente diagrama muestra cómo los nuevos avances reducen la pérdida y el despilfarro de alimentos en el trayecto desde la producción hasta el consumo.

La unión hace la fuerza

Aunque ha habido un enorme progreso en muchas áreas, Sean de Cleene, miembro del Comité Ejecutivo y director de Future of Food, subrayó en el Foro Económi

Sean de Cleene

co Mundial la necesidad de que los responsables de la toma de decisiones trabajen fuera de sus áreas respectivas y colaboren de manera interdisciplinaria[27].

Solo de esta forma se puede lograr, como él la describe, una agenda para la “transformación de los sistemas alimenticios” articulada a través de una visión más amplia de la salud, los alimentos, el uso del terreno, el desarrollo económico rural, la migración, los conflictos y la inversión.

Si no se da una alianza más grande, los incentivos permanecerán desalineados, por muy revolucionarios que sean.

Basándose en la anterior idea de que el ODS 12 (producción y consumo responsable) afecta a 12 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el ODS 17 (alianza para lograr los objetivos) actúa como elemento vinculante para que se pueda alcanzar cada uno de los objetivos.

Fuente: ONU

La propia ONU intenta impulsar esta colaboración entre sectores e industrias y mostrar el camino a seguir. Recientemente anunció sus intenciones de celebrar una Cumbre sobre Sistemas Alimentarios en 2021, posicionando firmemente los sistemas alimentarios en el centro de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, incluida la gestión de los desafíos del cambio climático.

Esta cumbre tiene como objetivo generar impulso, ampliar el conocimiento y compartir tanto experiencias globales como enfoques sobre los beneficios de los sistemas alimentarios para todas las personas. La ONU espera fomentar la movilización pública global y los compromisos prácticos para invertir de diversas formas “para hacer que los sistemas alimentarios sean inclusivos, se adapten al clima, sean resistentes y apoyen el mantenimiento de la paz”.[28]

Los actores del sector privado también están poniendo de su parte para reunir a los interesados y, significativamente, aumentar la concienciación sobre los desafíos alimentarios a los que nos enfrentamos.Stop Food Waste Day Logo

Por ejemplo, en abril de 2017 la empresa multinacional de servicios alimentarios Compass Group lanzó una campaña de concienciación global: Stop Food Waste Day (Día para frenar el despilfarro de alimentos). A través de publicaciones en redes sociales, pósteres y stands de exposición, y asociándose con chefs famosos, socios del sector e influencers de todo el mundo, el evento de 2018 llegó a 12 millones de personas en todo el planeta.[29].

Por último, aunque la “pérdida de alimentos” y el “despilfarro de alimentos” tienen sus propias definiciones, ambos están ligados inextricablemente, desde los productos que no se han almacenado o transportado adecuadamente, hasta su rechazo por parte de un comercio minorista, un restaurante o un consumidor y su destino final que produce metano en un vertedero.

En resumidas cuentas, el problema se ve claramente, pero sigue siendo uno de los mayores desafíos del mundo.

Para solucionarlo, será necesario llevar a cabo un esfuerzo estratégico y unificado en cada eslabón de la cadena de suministro de alimentos. Este es un esfuerzo que podemos y debemos hacer para asegurar un futuro sostenible y viable para nuestras comunidades.

[1] https://www.compass-group.com/en/media/news/2018/stop-food-waste-day.html

[1] The State of Food and Agriculture – Moving Forward on Food Loss and Waste Reduction, Food and Agriculture Organization, 2019

[2] http://www.fao.org/save-food/recursos/es/

[3] https://www.compass-group.com/en/media/news/2018/stop-food-waste-day.html

[4] https://www.un.org/development/desa/en/news/population/world-population-prospects-2017.html

[5] https://www.bcg.com/en-gb/publications/2018/tackling-1.6-billion-ton-food-loss-and-waste-crisis.aspx

[6] https://wriorg.s3.amazonaws.com/s3fs-public/reducing-food-loss-waste-global-action-agenda_1.pdf  

[7] http://foodsustainability.eiu.com/wp-content/uploads/sites/34/2018/12/FixingFood2018-2.pdf

[8] https://www.weforum.org/agenda/2015/08/which-countries-waste-the-most-food/

[9] The State of Food and Agriculture – Moving Forward on Food Loss and Waste Reduction, UN Food and Agriculture Organization, 2019

[10] The State of Food and Agriculture – Moving Forward on Food Loss and Waste Reduction, Food and Agriculture Organization, 2019

[11] https://www.unenvironment.org/regions/north-america/regional-initiatives/minimizing-food-waste

[12] The State of Food and Agriculture – Moving Forward on Food Loss and Waste Reduction, Food and Agriculture Organization, 2019

[13] http://www.fao.org/news/story/en/item/1180463/icode/

[14] https://sustainabledevelopment.un.org/sdg12

[15] http://foodsustainability.eiu.com/wp-content/uploads/sites/34/2018/12/FixingFood2018-2.pdf

[16] http://www.sdg2advocacyhub.org/chefmanifesto

[17] https://rubiesintherubble.com/

[18] https://www.unilever.co.uk/planet-and-society/our-strategy/embedding-sustainability/

[19] https://newsroom.inter.ikea.com/news/ikea-aims-to-cut-food-waste-by-50–with-new-food-is-precious-initiative/s/efde35e5-2909-4d45-be75-ff5f7941d092

[20] https://www.unilever.com/sustainable-living/reducing-environmental-impact/waste-and-packaging/rethinking-plastic-packaging/

[21] https://www.nestle.com/ask-nestle/environment/answers/tackling-packaging-waste-plastic-bottles

[22] https://www.worldbank.org/en/programs/africa-myths-and-facts/publication/is-post-harvest-loss-significant-in-sub-saharan-africa

[23] https://jwafs.mit.edu/about/impact

[24] 

[25] https://www.refed.com/solutions/centralized-anaerobic-digestion/

[26] https://www.oaklandinstitute.org/sites/oaklandinstitute.org/files/Push_Pull_Kenya.pdf

[27] https://www.weforum.org/agenda/2019/11/food-systems-agriculture-sustainable-sdgs/

[28] https://www.un.org/sg/en/content/sg/personnel-appointments/2019-12-16/ms-agnes-kalibata-of-rwanda-special-envoy-for-2021-food-systems-summit

[29] https://www.compass-group.com/en/media/news/2018/stop-food-waste-day.html

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