América Latina acaparó los titulares en la Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York en noviembre de 2019, cuando se comprometió a un objetivo colectivo de un 70 % de uso de energía renovable para 2030, más del doble del objetivo de la UE de un 32 %.[1].

Según un informe de ABN Amro[2], en 2018, las energías renovables representaron alrededor del 25 % del suministro energético. Por lo tanto, lograr este objetivo requerirá una inversión sustancial en una amplia gama de tecnologías de energías renovables.

No deberían faltar posibles inversores. Los países latinoamericanos representan cuatro de los 20 mercados de las energías renovables más atractivos del mundo[3], con una gran cantidad de oportunidades tanto en proyectos totalmente nuevos como en el mercado secundario de acuerdo con el índice “RECAI” de EY.

Renewable Energy Country Attractiveness Index

Entre 2012 y 2015, las inversiones en renovables en América Latina alcanzaron un total de 54 000 millones de dólares[1], principalmente en Brasil, Chile y México. Tan solo en 2017, la inversión en energías renovables en toda la región aumentó un 65 % hasta alcanzar los 17 200 millones de dólares, en comparación con una media global de solo un 3 % de crecimiento[2]. El aumento fue impulsado por una inversión récord en México y por el hecho de que se multiplicó por nueve en Argentina, especialmente en los sectores eólico y solar. Otros importantes destinos de inversión en la región incluían Brasil, Perú, Chile y Costa Rica.

Afrontar el cambio climático

Mantener el nivel exponencial de crecimiento en la energía renovable en América Latina no solo tiene sentido económico y comercial, sino que también constituye una necesidad medioambiental.

América Latina ha contribuido de forma relativamente menor al cambio climático en términos históricos: sus emisiones de carbono solo representaban alrededor del 7 % del total mundial en 2015[3]; sin embargo, es probable que sufra desproporcionadamente sus negativas repercusiones.

Se espera que las temperaturas en partes de América Latina y el Caribe aumenten entre 2 °C y 3 °C para 2050, y entre 2,5 °C y 4,5 °C para 2100[4]. El deterioro resultante de los ecosistemas, los acontecimientos climatológicos extremos y la pérdida de biodiversidad tendrán importantes implicaciones para las economías y el bienestar social.

De hecho, la geografía, el clima, la topografía y la demografía de la región, junto con la sensibilidad al clima de los activos naturales, significan que el cambio climático ya es una realidad diaria para muchos.

Sus largas costas y numerosas islas de baja altitud la hacen especialmente vulnerable a la subida del nivel del mar. Por ejemplo, mientras el inexorable aumento de las temperaturas mundiales ha comenzado a acelerar la tasa de derretimiento de los vastos glaciares de Chile y Argentina, esto ha aumentado el peligro de inundaciones catastróficas.

América Latina alberga activos ambientales vitales como la selva tropical del Amazonas, el Pantanal de Brasil y los Páramos de Colombia: maravillas naturales de importancia mundial de una inmensa biodiversidad. Pequeños cambios en el delicado equilibrio ecológico de estas áreas tienen el potencial de causar efectos secundarios exponencialmente mayores en todo el mundo.

América del Sur y Centroamérica ya están acostumbrados a los fenómenos meteorológicos extremos. Dorian, el huracán que devastó las Bahamas en septiembre de 2019, tuvo vientos sostenidos de 185 mph, mientras que el acontecimiento más reciente de El Niño, que finalizó en 2016, provocó sequías graves en toda la región.

La situación socioeconómica en muchos países latinoamericanos y caribeños también los hace desproporcionadamente vulnerables a los efectos del cambio climático. Según un informe de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, el 30,1 % de la población de la región vivía por debajo del umbral de pobreza en 2018, mientras que el 10,7 % vivía en lo que la Comisión describe como “pobreza extrema”[5]. Esto quiere decir que en 2018 aproximadamente 185 millones de personas estaban por debajo del umbral de pobreza, de las cuales 66 millones experimentaban pobreza extrema.

Chile a la cabeza

Chile está a la vanguardia de la revolución de las renovables en América Latina y ya puede apuntar a una serie de iniciativas exitosas para aumentar la proporción de fuentes renovables en la combinación energética del país.

Tras haber dependido del carbón, el gas y el petróleo importados para gran parte de sus necesidades de energía doméstica e industrial desde la industrialización, en décadas más recientes este país montañoso se ha convertido en un importante productor de hidroelectricidad.

Sin embargo, la preocupación por el medio ambiente significa que la opinión pública en la última década —y hasta cierto punto la política del gobierno— ha cambiado el enfoque de las energías renovables hacia la energía solar y eólica, recursos de los que el país dispone en mayor abundancia. La intensidad del sol en el desierto de Atacama en el norte de Chile, por ejemplo, no tiene parangón en ningún lugar del mundo. Mientras que la larga costa de Chile proporciona ricos recursos eólicos durante todo el año.

Chile produjo 865 gigavatios hora de electricidad renovable por mes a mediados de 2016. En marzo de 2019, había aumentado a 1188 gigavatios hora[1]. A finales de septiembre de 2019, casi el 22 % de la capacidad energética total del país derivaba de fuentes de energía renovables[2].

El especialista en energías renovables Fotowatio Renewable Ventures (FRV), parte de Abdul Latif Jameel Energy, se ha establecido como actor clave en el sector de las renovables chilenas.

Manuel Pavon, director general de FRV América del Sur

Manuel Pavon, director general de FRV para América del Sur, afirma que el Gobierno chileno está firmemente comprometido con el crecimiento de la capacidad de energía renovable del país.

“El Gobierno estableció el objetivo de tener un 20 % de energías renovables en 2025. Ese objetivo se logró pronto, en 2018, y el gobierno está pensando en aumentar el objetivo al 25 % o al 30 %. Para 2040, quiere desmantelar todas las plantas eléctricas de carbón del país, que representan cinco gigavatios de generación térmica. Estas centrales de energía desmanteladas serán sustituidas por una combinación de energías renovables y otras tecnologías”.

Uno de estos nuevos cambios es un proyecto de energía solar híbrida actualmente desarrollado por FRV para suministrar a casi 250 000 viviendas con energía limpia, todo el año, dividido entre dos plantas: una planta de energía solar en el norte del país y una planta eólica en el sur.

“Esta combinación híbrida de energía solar y eólica nos permite proporcionar energía renovable 24 horas al día, 7 días a la semana”, manifiesta Pavon. “Durante el día proporcionamos energía solar y durante la noche suministraremos energía eólica. Está previsto que en mayo de 2020 se realice una licitación en la que la Comisión Nacional chilena adquirirá seis teravatios de energía. Los ‘cuatro grandes’ operadores tradicionales están perdiendo cuota de mercado cada año, pero el mercado en sí mismo está creciendo. Esperamos que continúe aumentando hasta 1,5 gigavatios al año durante los siguientes cinco años. Por lo que es un mercado muy interesante para nosotros”.

De hecho, tal es el potencial de Chile, que FRV recientemente trasladó su sede regional al país desde Brasil. “El gobierno está muy a favor de las energías renovables y hay algunas oportunidades excelentes aquí. Queríamos estar lo más cerca posible de este mercado para poder aprovechar esas oportunidades cuando surjan”, indica Pavon.

Atacama Desert

Atacama Desert, Chile © Photo Credit Alex Wolo

No solo el gobierno reconoce la necesidad de más energía renovable. Pavon afirma que la opinión pública chilena es muy consciente de la fuerte conexión entre el cambio climático y la necesidad de fomentar las energías renovables.

Chile cuenta con más de 4000 kilómetros de extensión y con variedad de climas, pero las precipitaciones son generalmente bajas y el país se encuentra en medio de una sequía de 13 años de duración. Combinado con la mala percepción de la hidroelectricidad, no es sorprendente, dice Pavon, que la temprana adopción de las energías renovables en Chile, y el marco normativo propicio a las energías renovables que la acompaña, signifique que, junto con Brasil, tiene el potencial de convertirse en una de las historias de éxito de las energías renovables del continente.

“En la región latinoamericana, la mayoría de los países se encuentran en una fase similar y FRV está explorando proyectos en Uruguay, Brasil, Perú y Colombia. Pero Chile ha ido un paso más allá, en ámbitos como los marcos normativos, por ejemplo. En ocasiones, se puede tardar mucho tiempo en iniciar proyectos, pero se hace de forma muy estable y segura. Por ese motivo, la mayoría de los bancos de América Latina se encuentran en Chile”, afirma.

Invertir en agua

La sequía en Chile ha destacado la necesidad urgente de inversión en otra parte vital de la infraestructura de la vida: el agua.

Según la información de la Dirección Meteorológica de Chile, desde principios de 2019, tan solo se han registrado precipitaciones de 82 mm en Santiago. La situación es aún más preocupante en la región de Valparaíso, en el centro del país, que ahora atraviesa el período de 12 meses más seco de la región desde hace un siglo.[1]

Aunque esta falta de precipitaciones tiene efectos negativos obvios en el sector agrícola del país, también tiene implicaciones para los suministros de energía de Chile, con alrededor del 50 % de la electricidad del país generada por la hidroelectricidad[2] y sus operaciones de minería, que también requieren grandes cantidades de agua dulce.

Los programas de desalinización de agua marina a gran escala podrían proporcionar una respuesta a los problemas del país. En diciembre de 2019, once plantas desalinizadoras ya estaban en funcionamiento en Chile, con otros diez proyectos en desarrollo[3], incluida la mayor planta de desalinización de América Latina, actualmente en construcción en la región de Atacama[4]. Sin embargo, gran parte de la producción de estas plantas se dirige al sector minero del país, que tiene una gran necesidad de agua.

En consonancia con los esfuerzos de Chile por abordar sus desafíos en materia de agua, Almar Water Solutions, parte de Abdul Latif Jameel Energy y líder mundial en proyectos de infraestructura de agua, adquirió la empresa de tratamiento de agua chilena Osmoflo SpA en noviembre de 2019.

La inversión incorpora varios contratos de operación y mantenimiento para el sector de aguas industriales, junto con una flota de unidades móviles de tratamiento de agua de múltiples capacidades que proporcionan soluciones de corto plazo o de emergencia a clientes industriales.

Se espera que esta cartera se expanda rápidamente con el desarrollo de proyectos de infraestructuras hidráulicas y el suministro de servicios de operación y mantenimiento para una amplia gama de clientes del sector industrial que buscan externalizar este requisito.

COP25 Climate Change Summit
En la cumbre sobre el cambio climático COP25 en noviembre de 2019, Carlos Cosín, director ejecutivo de Almar Water Solutions y actual presidente de la Asociación Internacional de Desalinización, manifestó:

“El cambio climático está aquí para quedarse. Como líderes en el sector del agua, debemos ser conscientes de ello y trabajar para minimizar su impacto. El agua es un pilar clave para luchar contra el cambio climático y tenemos la responsabilidad de liderar nuevas prácticas y soluciones que puedan ayudar a aliviar la escasez de agua y la contaminación en todo el mundo”.

“A través de la innovación y la búsqueda de nuevos recursos de agua no convencionales, podemos generar tratamientos más eficaces para un suministro de agua más limpio, mejorar el acceso al agua en áreas donde es escasa y, en última instancia, apoyar a construir un futuro más sostenible”.

Acción en los Andes

Al otro lado de los Andes, desde Chile, los mercados de energía renovable de Brasil y Uruguay también se están beneficiando de la creciente presencia de Abdul Latif Jameel Energy en América Latina.

Uno de sus primeros proyectos en la región fue la planta de energía solar La Jacinta, en Salto, en el norte de Uruguay, desarrollada por FRV. Este fue el primer acuerdo comercial de compra de energía solar (PPA) que FRV firmó con la empresa eléctrica estatal uruguaya Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE) y fue el primero en funcionar en 2015. Sigue siendo una de las plantas solares más grandes de América Latina.

Con 65 MW dc de potencia instalada, la planta solar suministra el 100 % de su energía a UTE y cubre las necesidades eléctricas de aproximadamente 34 000 hogares, al tiempo que elimina aproximadamente 72 000 toneladas de emisiones de CO2 al año.

FRV vendió La Jacinta a Invenergy en 2017, pero Pavon afirma que la empresa está buscando actualmente otras empresas en el país. “Tenemos un proyecto interesante en Uruguay. Estamos continuamente hablando con UTE, que es responsable de la generación, distribución y transmisión, y somos conscientes de varias oportunidades potenciales que se presentan en el futuro próximo”, dice.

Pavon se muestra igual de optimista sobre las perspectivas de FRV en Brasil: “Brasil es una de las mayores economías de la región y estamos esperando ver cómo funciona el sector. Es posible que tengamos que esperar unos años antes de invertir capital, pero por el momento vamos a estar atentos a las próximas oportunidades”.

Avanzar en México

Además de sus operaciones en Chile, Uruguay y Brasil, FRV se está estableciendo rápidamente en el extremo opuesto del continente, en México, donde tiene dos importantes proyectos fotovoltaicos solares.

La planta solar de FRV en San Luis de Potosí comenzó a funcionar a principios de este año. Generará 815 000 MWh anuales, proporcionará energía suficiente para abastecer a más de 76 000 hogares y reducirá las emisiones de CO2 de México en casi 98 millones de toneladas al año.

Potrero PV Plant in Jalisco

La segunda planta de FRV, la planta fotovoltaica de Potrero en Jalisco, generará 750 000 MWh al año y abastecerá a 128 000 hogares y reducirá las emisiones de CO2 en unas 437 000 toneladas. La planta de Potrero está a punto de terminarse en julio de 2020, después de solo 15 meses de construcción.

Fernando Salinas portraitAmbos proyectos de FRV en México van por buen camino. “Con estos dos proyectos, hemos instalado un total de 640 MW de capacidad en el mercado mexicano, que actualmente posee alrededor de 73 000 MW. Así que hemos crecido para convertirnos en un actor relevante en un periodo de tiempo muy corto”, indica Fernando Salinas Loring, director general de FRV México y Centroamérica.

Las primeras plantas de energía eólica comenzaron a operar en México en 2013. El país genera ahora alrededor de 12,4 gigavatios de viento, en comparación con los 2,2 gigavatios de energía solar. Pero, según Loring, “la energía solar empieza a ponerse al día”.

 

 

 

Mexican Renewable Energy Installations

Una de las razones para este éxito, indica Loring, es un cambio en la actitud gubernamental hacia el sector de las energías renovables.

“El gobierno ha reafirmado el objetivo de que la energía renovable represente un 35 % para 2024, lo cual es muy importante”, manifiesta. “Actualmente, el 24 % de la energía de México procede de energía limpia. Por lo tanto, en los próximos cinco años, debemos alcanzar el 35 %. No va a ser fácil, pero se puede lograr.”

Su optimismo es compartido por Manuel Pavon en Chile, alentado por las políticas gubernamentales a favor de las energías renovables y las cambiantes expectativas de la población.

“El sentimiento que estamos viendo en toda la región de América Latina es la preocupación por el cambio climático. Es mucho mayor que hace cuatro o cinco años. La gente también piensa en el bienestar de nuestras comunidades y ciudades, y los gobiernos se dan cuenta de que algo tiene que cambiar en términos de políticas energéticas. La energía renovable es un factor enorme dentro de todas estas consideraciones. En FRV estamos deseando aprovechar estas oportunidades y ayudar a ofrecer una combinación energética más limpia para el futuro de América Latina”, manifiesta Pavon

[1]Latin America pledges 70% renewable energy, surpassing EU”, Reuters, September 25, 2019

[2] Energy Monitor: Renewable energy in Latin America, ABN Amro, May 2018

[3] Renewable Energy Country Attractiveness Index, Issue 54, November 2019

[4] Energy Monitor: Renewable energy in Latin America, ABN Amro, May 2018

[5]Investment in Renewable Energy Sources Is Booming in Latin America”, Americas Quarterly, accessed December 12, 2019

[6] Annual CO2 Emissions by Region, Global Carbon Project & Carbon Dioxide Information Analysis Center, 2019

[7]Latin America and Caribbean Climate Week Is an Opportune Moment to Strengthen Regional Climate Action”, World Resources Institute, August 20, 2019

[8] The Social Panorama of Latin America, Economic Commission for Latin America and the Caribbean, December 2019

[9]Renewable electricity generation in Chile from August 2016 to March 2019”, Statista, accessed December 4, 2019

[10] Figures published by the Chilean National Energy Commission, November 2019

[11]Long-term drought parches Chile”, Nasa Earth Observatory, accessed December 11, 2019

[12] Electricity generation by fuel: Chile, International Energy Agency 2017.

[13]Current situation and major challenges of desalination in Chile”, Desalination and Water Treatment Journal, December 2019.

[14]Chilean environmental authority approves largest desalination plant in Latin America”, Reuters, September 27, 2018.